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ESTE HÁBITO DE LOS MAESTROS FASCINANTES.

Este hábito de los maestros fascinantes contribuye a desarrollar en sus alumnos: seguridad, tolerancia, solidaridad, perseverancia, protección contra los estímulos estresantes e inteligencia emocional e interpersonal.

Los buenos maestros enseñan a sus...alumnos a explorar el mundo en que viven, desde la inmensidad del espacio hasta el átomo diminuto; los maestros fascinantes enseñan a sus alumnos a explorar el mundo que son, su propio ser. La educación sigue las notas de la emoción.

Los maestros fascinantes saben que trabajar con las emociones es más complejo que trabajar con los más intrincados cálculos físicos y matemáticos.

Las emociones pueden transformar a los ricos en pobres, a los intelectuales en niños y a los poderosos en seres frágiles. Eduque la emoción con inteligencia. ¿Y que es educación emocional? Es estimular al estudiante a pensar antes de reaccionar, a no tener miedo del miedo, a ser su propio líder, autor de su propia historia, a saber cómo filtrar los estímulos estresantes y a trabajar no sólo con los hechos lógicos y los problemas concretos, sino también con las contradicciones de la vida. Educar la emoción también es darse a usted mismo sin esperar nada a cambio, ser fiel a su conciencia, extraer placer de los pequeños estímulos existenciales, saber perder, arriesgarse a transformar los sueños en realidad y tener el valor de entrar a sitios desconocidos.

¿Quién tuvo el privilegio de educar la emoción en su juventud? Por desgracia, nos hemos sumergido a nosotros mismos en una sociedad sin tener ninguna preparación para vivir. Estamos vacunados desde la infancia contra una serie de virus y bacterias, pero no lo estamos contra la desilusión, la frustración y el rechazo. ¿Cuántas lágrimas, trastornos psíquicos, crisis de relación e incluso suicidios pudieron evitarse con la educación emocional? Si no educamos la emoción podemos generar cuando menos tres resultados. Algunos se vuelven insensibles y presentan las características de una personalidad psicótica. Tienen una emoción insensible y, por lo tanto, ofenden y lastiman a los demás, pero no sienten su dolor y no piensan en las consecuencias de su comportamiento. Otros, por el contrario, se vuelven hipersensibles. Viven intensamente el dolor ajeno, se dan a sí mismos sin límites, se preocupan demasiado por la crítica de los demás y no tienen protección emocional. Una ofensa les arruina el día, el mes y hasta la vida. Las personas hipersensibles suelen ser excelentes para los demás, pero terribles para sí mismas. Hay otros más que están desorientados; no lastiman a los demás pero no piensan en el futuro; no tienen sueños ni metas, van a la deriva y viven en un conformismo patológico. Las escuelas no están educando las emociones. Están generando jóvenes insensibles, hipersensibles o desorientados.

Necesitamos formar gente joven que sea rica emocionalmente, protegida e íntegra.

Dr. Augusto Cury

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